Si bien las consideraciones económicas tienen fundamental importancia y deben
analizarse cuidadosamente caso por caso, existen varias reglas empíricas o
indicaciones generales para construir un buen sistema de producción: estas pautas
han influido crecientemente en los últimos años en el descubrimiento de nuevas
formas de organización del trabajo, aunque con ellas resulta difícil, cuando no
imposible, calcular con precisión la rentabilidad a corto plazo. Sin embargo, esas
pautas han sido objeto de tanta atención que no podemos dejar de mencionarlas
aquí; pero debemos subrayar igualmente que no se inscriben en la perspectiva de
los factores económicos básicos.
El primer principio para construir un buen sistema de producción es dar
mayor independencia a los pequeños conjuntos que integran la empresa, es
decir, a los conjuntos formados por unidades de producción de dimensiones
moderadas y que pueden funcionar con un grado relativamente elevado de
independencia dentro de la empresa de mayores dimensiones.
El propósito básico
es organizar la producción de tal manera que se realce la autonomía de las
unidades más pequeñas. Al fragmentar la empresa en estas unidades reducidas
relativamente autárquicas, disminuye la necesidad de coordinación y, por
consiguiente, se simplifican muchísimo los problemas de gestión.
La consiguiente descentralización es también muy útil porque estimula la
iniciativa de los grupos y aumenta la capacidad de adaptación a las nuevas
condiciones y exigencias que surgen en partes distintas de la empresa. Ha quedado
demostrado igualmente que con frecuencia los trabajadores se sienten más
satisfechos y se interesan más por su trabajo cuando forman parte de unidades de
producción más pequeñas e independientes.
Cuando se desee crear unidades de producción basadas en este principio
debe prestarse especial atención a las cuatro posibilidades siguientes:
□ la de subdividir sistemas más grandes en unidades más pequeñas;
□ la de dividir unidades de elaboración de productos acabados en unidades
más pequeñas, de modo que se reduzca la necesidad de contactos con las
unidades adyacentes;
□ la de que las unidades sean autárquicas en cuanto a los elementos de
producción, servicios necesarios para el funcionamiento, etc. ;
□ la de atenuar el control directo de la gerencia de la empresa, para que las
unidades más pequeñas no vayan perdiendo una parte excesiva de su
autonomía a causa de ese control.
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