Supongamos que el analista estuvo pronto para empezar a las 2.15 del
cronómetro: la hoja dirá 215. La cantidad siguiente puede ser 27: indica que
habían pasado 2.27 minutos desde que el cronómetro fue puesto en marcha. Si
después figuran 39,51 y 307, ello significa que los apuntes se hicieron 2.39,2.51
y 3.07 minutos después de la puesta en marcha. Las cantidades de dos y tres cifras
se sucederán hasta que se cumplan diez minutos, cuando surgirá una cantidad de
cuatro cifras. Los analistas suelen anotar entonces únicamente las dos o tres
últimas cifras hasta que se cumplen otros diez minutos, o sea que sólo consignan
las cuatro cifras para indicar el cambio de decena.
El último apunte es la hora que
señala el cronómetro cuando lo detienen. Ahí se puede llenar también el epígrafe
«Término» del membrete. Es posible que en la primera columna haya quedado
algún blanco: quiere decir que hubo una demora o interrupción, que registró el
cronómetro, pero que evidentemente no se podía valorar como ritmo de trabajo.
Se debería fijar como regla imperativa que nunca se borre uno de esos
apuntes para escribir otro en su lugar. Alguna vez puede haber un error que salte
a la vista y sea de una clase que se pueda rectificar sin echar por tierra el estudio,
en cuyo caso se corregirá con tinta por encima de lo escrito a lápiz, de modo que
conste que fue una enmienda hecha en la oficina y no en el propio lugar de
observación. Si, en cambio, es un error que no se sabe a ciencia cierta cómo
corregir, se debería hacer caso omiso de esa parte del estudio. Hasta es posible
que haya que darlo por perdido y empezar de nuevo.
Para todas las inscripciones subsiguientes que se hagan en las hojas de
estudio resulta muy práctico emplear tinta, o bien un lápiz de otro color. En
muchos departamentos de estudio del trabajo es incluso obligatorio, porque nadie
puede entonces confundir los apuntes basados en observaciones directas y los
obtenidos en cálculos posteriores. Totalmente aparte de las ventajas de este
método para el orden de las operaciones, también contribuye a inspirar a los
trabajadores y sus representantes confianza en que no se permiten irregularidades
en el desarrollo del estudio.