Las operaciones que exigen una actividad mental son las más difíciles de
valorar (por ejemplo, el control del acabado), y no se evalúan bien sin una larga
experiencia previa del trabajo de que se trate. Los analistas inexpertos se exponen
tanto a quedar en ridículo como a ser injustos con el trabajador concienzudo y
superior a lo normal.
En toda tarea, la velocidad de ejecución se tasa por comparación con el
concepto que uno tiene de la velocidad normal para ese trabajo. De ahí que sea
tan indispensable efectuar un estudio de métodos adecuado antes de intentar fijar
tiempos tipo: así se llega a comprender bien la naturaleza del trabajo, muchas
veces se logra eliminar el esfuerzo excesivo, físico o mental, y se puede casi
reducir la valoración a una simple evaluación de la velocidad.
En la sección siguiente examinaremos algunos de los factores que influyen
en el ritmo de trabajo del operario.
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