La valoración tiene por fin determinar, a partir del tiempo que invierte realmente
el operario observado, cuál es el tiempo tipo que el trabajador calificado medio
puede mantener y que sirva de base realista para la planificación, el control y los
sistemas de primas. Por consiguiente, lo que debe determinar el analista es la
velocidad con que el operario ejecuta el trabajo en relación con su propia idea de
velocidad normal. La velocidad de trabajo representada por el tiempo invertido
en ejecutar los elementos de la operación es, en realidad, lo único que se puede
medir con el cronómetro. La mayoría de las autoridades en la materia lo
reconocen.
¿De qué velocidad se trata? ¿Sólo la de movimientos? Con seguridad que
no, porque un trabajador no calificado puede ejecutarlos con extraordinaria
rapidez y a pesar de ello invertir más tiempo en la operación que su colega
calificado que parece trabajar con más lentitud. El trabajador no calificado realiza
muchos movimientos innecesarios que el experimentado eliminó hace mucho
tiempo. Lo único que importa es la velocidad útil de la operación, y sólo se logra
valorarla cuando se conocen a fondo, por experiencia, las operaciones que se
observan. Es muy fácil que el observador inexperto crea erróneamente que el
operario está rindiendo mucho porque hace muchos movimientos con gran
rapidez, o bien que no valore el ritmo de trabajo del operario experto, que actúa
en apariencia con lentitud, pero ahorrando movimientos.
Un aspecto del estudio de tiempos del que mucho se habla es la valoración
del esfuerzo. ¿ Debe valorarse ?; y en caso afirmativo, ¿ cómo ? Este problema
surge tan pronto hay que evaluar tareas que no sean del estilo que exige poco
esfuerzo muscular. El esfuerzo es muy difícil de valorar, y cuando el obrero
comienza a desplegarlo, lo único que se puede medir es el cambio de velocidad.
La intensidad del esfuerzo requerido por la tarea y el grado de dificultad son
cuestiones de criterio que deberán determinarse gracias a la experiencia que se
tenga de esa clase de trabajo. Por ejemplo, si un trabajador tiene que levantar un
molde muy pesado de la mesa en que fue llenado para transportarlo al otro
extremo del taller y depositarlo en tierra junto al cazo de colada, sólo la
experiencia del observador podrá decir si el obrero ejecuta la tarea a velocidad
normal, baja o elevada. Es sumamente difícil que quien no haya estudiado nunca
operaciones que requieren transportar grandes pesos pueda evaluar acertadamente
una operación de esta clase la primera vez que la observa.
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