La buena ejecución de un trabajo exige una correlación razonable entre la
naturaleza de ese trabajo y la persona que lo efectúe. Una tarea que sólo consista
en media docena de movimientos sencillos y lleve unos pocos segundos es
indudablemente fácil de aprender, y a primera vista puede parecer un buen modelo
para organizar todo el trabajo, pero en la práctica es mucho menos eficiente de
lo que parece. Esa tarea pronto resultará monótona y agotadora, sin contar que
una especialización tan extrema requiere una producción en grandes series,
además de un grado de estabilidad estructural y de un volumen de producción
que rara vez se encuentran en la realidad.
Es mucho más indicado combinar
funciones que ofrezcan un grado razonable de variedad, que exijan al operario un
esfuerzo para aprender y que se adapten a la realidad, en cuanto al tamaño de los
lotes, a la estabilidad de los artículos producidos y a la poca frecuencia de los
trastornos de la producción.
No existe una respuesta completa y clara sobre la manera en que debería
proyectarse un ciclo de tareas para que tenga exactamente el debido grado de
variedad.
No obstante, se puede tener una idea de cómo alcanzar ciertas mejoras
estudiando los factores indicados a continuación:
□ la estructura básica del sistema técnico;
□ la modalidad de realización del esfuerzo físico;
□ el contenido informativo de la tarea;
□ el equilibrio entre los elementos físicos e intelectuales de la tarea;
□ la aspiración de aprender y de tener oportunidades de superarse como
persona humana.
La estructura bastea del sistema técnico constituye el 1 actor determinante
de numerosas tecnologías de producción. Considérese, por ejemplo, el montaje
final en una planta de automóviles. En los sistemas usuales, el contenido del ciclo
de trabajo de cada trabajador está determinado a menudo por la infraestructura
técnica. Si se deben producir 500 coches en 500 minutos, el ciclo de trabajo en
cada uno de los puestos no deberá exceder de un minuto. En las plantas de
automóviles, tanto en Europa como en los Estados Unidos, se atribuye a cada
puesto un volumen de trabajo de alrededor de un minuto, que corresponde a un
operario de montaje.
Por tanto, cada operario, en el puesto que ocupa, habrá de
efectuar una tarca de montaje equivalente a cerca de un minuto y la recomenzará
continuamente varias decenas de veces en el transcurso de la jornada. A fin de
que cada operario disponga cada vez del tiempo necesario para un ciclo de trabajo
completo, el volumen atribuido a cada puesto debe ser inferior a un minuto
completo y, por tanto, se suele dejar un margen de seguridad de 10 a 15 por ciento.
Dado que la cadena de montaje tiene una velocidad constante, toda operación no
terminada en cualquiera de los puestos repercutirá en la calidad del coche.