Este tipo de organización se encuentra con mayor frecuencia en situaciones en
las cuales la manipulación del material es un factor importante y la función
consiguiente es la predominante. El ejemplo clásico es el montaje final de los
automóviles en una cadena de cadencia fija.
Como en este tipo de sistema de producción (figura 145) la manipulación
de los materiales está sumamente mecanizada, la circulación de éstos y la
organización del trabajo están completamente subordinadas al sistema técnico.
Hasta hace pocos años era el único método que se utilizaba para el montaje de
productos que se caracterizan por el movimiento de un elevado.volumen de
materiales.
Su inconveniente es que los trabajos individuales están estrictamente
limitados y el ritmo de trabajo está totalmente condicionado por el sistema técnico.
Por lo tanto, la desventaja mayor de estos sistemas de producción es la impresión
subjetiva que tienen los operarios de su trabajo. Otro inconveniente es la extrema
vulnerabilidad de estas líneas en cuanto se desmejora la situación. Una solución
consiste, como ocurre a menudo en el Japón, en permitir que cualquier operario
pueda detener la cadena de producción. La experiencia demuestra que el número
de detenciones se mantiene limitado. Dado que cada integrante es consciente de
las consecuencias de la interrupción del sistema, el personal en su conjunto hace
todo lo que esté a su alcance para evitar el recurso de oprimir el «botón rojo».
Los sistemas de este tipo son extremadamente sensibles: aquí se justifica el
dicho de que la resistencia de una cadena se mide por la de su eslabón más débil,
pues basta una pequeña epidemia de gripe en la región donde está la fábrica para
que se malogre todo el sistema. Añádase que en estas líneas de producción no es
fácil cambiar lo establecido.
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