La primera regla del estudio del trabajo es que cada tarea se debe analizar sistemáticamente de antemano, reflexionando sobre la manera de efectuarla desde el
principio hasta el final. Si la tarea se va a realizar una sola vez, este análisis
preliminar no tendrá mayor importancia, y hasta podría ser ocioso prestarle mucha
atención; pero si la tarea debe realizarse repetidamente, es fácil comprender que
vale la pena examinar con cuidado la manera en que se ejecuta.
Cada movimiento
que pueda eliminarse o mejorarse, cada intervalo de tiempo que pueda reducirse,
permitirá realizar economías, y si cada tarea se repite muchas veces, como ocurre
con la producción en masa o en grandes series, toda economía de movimientos,
incluso mínimos, o de unos pocos segundos aquí o allá puede ser de crucial
importancia económica.
Es evidente, pues, que si no se hacen estudios sistemáticos de esta índole,
preferiblemente antes de iniciar la producción, en realidad se incorporará un
elemento de ineficiencia en la ejecución misma del trabajo.
Mediante la adopción de métodos y de modalidades de trabajo racionales,
los análisis sistemáticos de la organización del trabajo que se realizan previamente
a la puesta en marcha de una actividad pueden ser útiles para efectuar ahorros
considerables. Sin embargo, conviene señalar la importancia de que la introducción de los cambios en las tareas esté a cargo de los mismos que se ocupan
de ellas, utilizando sus conocimientos y su experiencia en el mejoramiento gradual
de los métodos y prácticas de trabajo.
Para lograrlo, es necesario estimular el
interés de todos los miembros del personal por las iniciativas encaminadas a
aumentar la productividad y promover esas iniciativas de diversas formas.
interés de todos los miembros del personal por las iniciativas encaminadas a
aumentar la productividad y promover esas iniciativas de diversas formas.
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