Una de las características más importantes del estudio del trabajo moderno es la
posibilidad de fijar por adelantado, con márgenes de error moderados, los tiempos
necesarios para ejecutar los diferentes movimientos. Se pueden seguir muchos
métodos distintos, desde estimaciones sumarias hasta sistemas de gran tecnicidad
basados en normas predeterminadas. Sin embargo, todos tienen un punto en
común: utilizan un procedimiento más o menos establecido para determinar,
según las características del trabajo en cuestión, el tiempo «normal» que debería
llevar la tarea de que se trate.
Este proceso de fijación previa de los tiempos requeridos para ejecutar cada
tarea es de importancia decisiva en la gestión de la producción, y lo más
importante de todo es que permite ensayar otros métodos o combinaciones de
métodos para ejecutar un trabajo dado y determinar cuál es la solución que ahorra
más tiempo. Por otra parte, gracias a estas pautas sistemáticas resulta factible
distribuir el trabajo entre diferentes personas y grupos con el fin de planear la
producción de manera más eficaz y sentar una base para discutir sobre salarios
por rendimiento y otros sistemas de incentivos.
Una vez más, se trata de un elemento del estudio del trabajo moderno que
es virtualmente indispensable en las actividades industriales corrientes. Sin los
métodos de estudio del trabajo ni las fórmulas sistemáticas para el cálculo de
tiempos, determinar normas sería algo puramente aleatorio.
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