En el capítulo 4 nos ocupamos con cierto detenimiento de las relaciones entre el
especialista en estudio del trabajo y los jefes y trabajadores de la empresa.
Volvemos a referimos a este tema porque lo dicho acerca del estudio del trabajo
en general se aplica más aún al estudio de tiempos, particularmente en lo que se
refiere a los operarios.
La finalidad del estudio de métodos es evidente: consiste en perfeccionar el
método con que se efectúa una tarea, y a nadie le cabe duda de que es una función
del especialista en estudio del trabajo.
Los operarios incluso le quedarán
agradecidos si consigue evitarles faenas fatigosas o molestas. Pero el propósito
del estudio de tiempos no es tan claro, y si no se explica con especial cuidado
puede ser objeto de interpretaciones completamente erróneas o falseadas, con el
consiguiente descontento, cuando no alguna huelga.
Supongamos ahora que todos están ya acostumbrados a ver al especialista
en el taller realizando sus estudios de métodos, y que el capataz y los
representantes de los trabajadores lo conocen bien. No obstante, si nunca se ha
efectuado allí un estudio de tiempos, más vale que el especialista reúna a los
representantes de los trabajadores y al personal dirigente para explicarles en
términos sencillos la razón y el objeto de su trabajo, y les pida que manejen el
cronómetro.
Deberá contestar con franqueza a todas las preguntas que le hagan.
Ahí es donde se ve cuán útiles son los cursos de estudio del trabajo para los
representantes de los trabajadores y para los capataces.
Cuando se pueda escoger entre varios operarios, es mejor preguntar al
capataz y a los representantes de los trabajadores qué obrero, a su juicio, se debería
estudiar primero, subrayando que debe ser competente y constante en su trabajo.
Deberá tener un rendimiento promedio o ligeramente superior, y en ningún caso
deberá ser una persona que por temperamento no pueda trabajar normalmente
cuando siente que la observan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario