Al comienzo del primer elemento del primer ciclo vuelve la
manecilla a cero y, como primera anotación en el cuerpo de la hoja, apunta el
tiempo transcurrido. Al final del estudio, cuando acaba el último elemento del
último ciclo, hace volver la manecilla a cero, y de ahí en adelante la deja correr
continuamente hasta que llega de regreso al reloj de pared, anota la hora a que
terminó y para definitivamente el cronómetro. La hora se anota en el espacio que
dice «término». Los dos lapsos inscritos, antes y después del estudio, son los
«tiempos para punteo». La hora de comienzo se resta de la correspondiente al
término, y el resultado es el «tiempo transcurrido» que se debe anotar.
La suma de los tiempos de todos los elementos y demás actividades
anotadas, más el tiempo improductivo, más los tiempos para punteo, constituye
el «tiempo registrado», que también se anota. En teoría debería coincidir con el
tiempo transcurrido, pero en la práctica suele haber una pequeña diferencia,
debida a la acumulación de pequeñas fracciones de tiempo perdido al volver las
manecillas a cero y también, posiblemente, a errores de observación de la hora o
de los elementos. Hay empresas que anulan el estudio cuando la diferencia pasa
de 2 por ciento.
Si se aplica el mismo procedimiento con el cronometraje acumulativo, el
tiempo transcurrido y el registrado deberían ser idénticos, ya que el cronómetro
sólo se mira, sin volverlo a cero.
El cronometraje acumulativo tiene la ventaja de que incluso si se omite un
elemento o no se registra alguna actividad esporádica, el tiempo total no cambia.
Muchos sindicatos son decididos partidarios de este sistema porque les parece
más exacto que el de vuelta a cero y no da la posibilidad de acortar los tiempos
a favor de la empresa omitiendo elementos u otras actividades. Tiene la desventaja
evidente del gran número de restas que hay que hacer para determinar los tiempos
de cada elemento, lo que prolonga muchísimo las últimas etapas del estudio.
El cronometraje con vuelta a cero sigue empleándose mucho. En manos
competentes es casi tan exacto como el continuo. Sin embargo, existen motivos
para creer que quienes están aprendiendo a usar el cronómetro llegan más
rápidamente a un grado aceptable de exactitud con el método acumulativo que
con el de vuelta a cero.
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