Ya hemos visto que al hacer el estudio de métodos imprescindible antes de
cronometrar cualquier tarea, la energía que necesite gastar el trabajador para
ejecutar la operación debe reducirse al mínimo, perfeccionando los métodos y
procedimientos de conformidad con los principios de economía de movimientos
y, de ser posible, mecanizando el trabajo.
Sin embargo, incluso cuando se ha
ideado el método más práctico, económico y eficaz, la tarea continuará exigiendo
un esfuerzo humano, por lo que hay que prever ciertos suplementos para
compensar la fatiga y descansar. Debe preverse asimismo un suplemento de
tiempo para que el trabajador pueda ocuparse de sus necesidades personales, y
quizá haya que añadir al tiempo básico otros suplementos más (por ejemplo, por
contingencias) para establecer el contenido de trabajo.
La determinación de los suplementos quizá sea la parte del estudio del
trabajo más sujeta a controversia.
Por razones que se explicarán más adelante, es
sumamente difícil calcular con precisión los suplementos requeridos por
determinada tarea. Por lo tanto, lo que se debe procurar es evaluar de manera
objetiva los suplementos que pueden aplicarse uniformemente a los diversos
elementos de trabajo o a las diversas operaciones.
El hecho de que el cálculo de los suplementos no pueda ser siempre
perfectamente exacto no justifica que se utilicen como depósitos donde acumular
los factores que se hayan omitido o pasado por alto al efectuar el estudio de
tiempos. Ya se ha visto cuántas horas puede tardar el analista para llegar a normas
de tiempo justas y exactas. Sería absurdo viciarlas sumándoles sin tino un pequeño
porcentaje aquí y allá «por si acaso». Lo primordial es que los suplementos nunca
se utilicen como «margen de elasticidad».
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