La etapa siguiente consiste en apuntar en la hoja, para cada elemento ya inscrito,
la frecuencia con que se presentó. Los elementos repetitivos, por definición, se
dan por lo menos una vez en cada ciclo de la operación, de modo que en su
respectivo renglón se pondrá 1/1, 2/1, etc., según hayan aparecido una vez por
ciclo, dos o cualquier otro número de veces. Los elementos casuales (por ejemplo,
«afilar herramientas») pueden suceder sólo cada 10 o 50 ciclos, y entonces se
anotaría 1/10, 1/50 o lo que corresponda. Esos datos van en la columna «F.».
Las frecuencias derivan normalmente de las observaciones efectuadas
durante el estudio. Sin embargo, en el caso de elementos ocasionales que se
presentan con largos intervalos, es posible que el estudio no se haya prolongado
lo suficiente para abarcar una muestra representativa de estos elementos. Si bien
puede considerarse éste como un fenómeno sin importancia desde el punto de
vista de su incidencia en el tiempo normal que se calculará, ya que el tiempo de
este elemento sólo constituye una ínfima fracción del tiempo total, no por ello
deberá descuidarse. En efecto, si, al tomar conocimiento de un estudio, los
trabajadores encuentran una frecuencia que, según su experiencia, es errónea,
perderán confianza y podrán tomar este detalle como pretexto para cuestionar
todo el estudio. Al tratarse de esos elementos, es necesario obtener la confirma-
ción de la frecuencia solicitándola al jefe de taller o investigando en los archivos
de la empresa. En el caso del elemento « reemplazar la herramienta », por ejemplo,
deberá ser posible informarse sobre la cantidad de herramientas que salieron de
depósito en un período dado y relacionar esta cantidad con la de los componentes
producidos en el mismo período, lo cual permite determinar la frecuencia.
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