martes, 25 de febrero de 2014

La línea adaptada al ritmo humano

Si imaginamos una línea de montaje cuyo funcionamiento y velocidad ya no dependan de un sistema mecánico, y que tenga depósitos intermedios entre los puestos de trabajo, el resultado será un tipo de organización funcional (figura 146) que es corriente en muchas empresas (por ejemplo, en la confección y la metalurgia). 
En este sistema de producción el control es menos rígido y la existencia de almacenes o espacios intermedios permite adaptar el ritmo de trabajo individual en una forma que sería imposible con la cadena de montaje. Ahí sí es una excelente solución organizar el trabajo por grupos de producción. Dentro de una tarea colectiva formada por funciones individuales, los operarios pueden ayudarse mutuamente, superar las anomalías de funcionamiento, nivelar los altibajos en el volumen de trabajo que les llega y esforzarse por obtener un buen resultado común. Sin embargo, es necesario ser consciente de que el volumen del trabajo en curso puede aumentar en ese caso.

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