En el capítulo 21 se trató este problema, indicando un método estadístico y un
método tradicional para determinar el número de elementos y de ciclos que
estudiar. Si las condiciones en que se trabaja suelen cambiar, se deben repetir los
estudios en cada una de las situaciones que se darán en la práctica: a distintas
horas del día, por ejemplo, si las condiciones atmosféricas cambian mucho durante
el turno, o con todos los tipos de materiales que se elaboren, si no están
perfectamente estandarizados.
El especialista debe estar listo para estudiar todo el trabajo que se realiza al
empezar y al terminar un turno. La puesta en marcha y los trámites finales forman parte del trabajo, y tal vez sus tiempos se deban valorar aparte, o bien se puedan
tener en cuenta (si corresponde) atribuyéndoles cantidades marginales en el
cálculo de los tiempos tipo de cada tarea. En las imprentas, por ejemplo, no se
suelen dejar por la noche las prensas entintadas porque a la mañana la tinta estaría
seca. En muchas industrias hay que prever tiempo para limpiar las máquinas y
locales, e incluso para cambiarse de ropa cuando se necesita vestimenta especial.
De costumbre, esa clase de actividades no se contabilizan en el cálculo de los
tiempos tipo de cada tarea, sino más bien como suplementos. Estos se explican
más adelante, y por ahora basta señalar que será preciso estudiar todas las
actividades auxiliares e incidentales que se efectúan durante la jornada de trabajo
antes de que se pueda considerar acertadamente el asunto de los suplementos.
Un método sencillo para determinar cuándo se han observado suficientes
ciclos de un elemento constante - suficientes, claro está, para poder seleccionar
un tiempo básico representativo del elemento - consiste en construir un gráfico
con el tiempo básico medio acumulado que arroja cada estudio completo. Se
empieza por señalar el tiempo básico del primer estudio. Cuando se pasa al
segundo, la cifra que se indica es un promedio calculado de la manera siguiente:
se multiplica el tiempo básico del primer estudio por el número de observaciones
de ese mismo estudio; se hace la misma multiplicación para el segundo estudio;
se suman los dos productos, y se divide el resultado por el total de observaciones
efectuadas durante los dos estudios. Y así sucesivamente a medida que se elaboran
los demás datos. Cuando la línea del gráfico se estabiliza en una recta, se han
hecho suficientes estudios del elemento. La figura 110 aclara esta explicación.
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