La calidad se ha convertido en una fuerte arma competitiva debido a diversos
factores. Primeramente, la fabricación de un producto de calidad que corresponda
a las expectativas de los clientes fomenta su lealtad y mejora la imagen de la
empresa. En segundo lugar, un control de la calidad adecuadamente aplicado
puede en muchos casos reducir en vez de aumentar los costos de fabricación. En
tercer lugar, cuando se utiliza como un instrumento de gestión, puede contribuir
a engendrar una cultura dentro de la empresa que está procurando constantemente
mejorar la calidad de los productos, los procesos, la información y otras funciones
empresariales. El primer factor anteriormente mencionado es obvio y no requiere
ser objeto de particular atención. Los dos últimos se pondrán de manifiesto a
medida que avancemos en nuestra exposición en el presente capítulo.
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