Los cálculos necesarios para obtener el tiempo básico seleccionado se
efectúan en la hoja de trabajo. Como se dijo en el capítulo 20, es muy corriente
que se empleen simples hojas rayadas para hacer el análisis, o bien papel
cuadriculado si hay elementos variables, pero sin necesidad de impresos
especiales. Las hojas de trabajo ya escritas se prenden a las del estudio en sí y se
archivan juntas. Recordemos que el empleo de pequeñas calculadoras o máquinas
de cálculo puede ahorrar tiempo y aumentar la precisión.
Existen varios métodos para examinar y seleccionar el tiempo básico repre- sentativo de un elemento constante. Tal vez el más común, y a menudo el que más ventajas tiene, consiste en sacar el promedio de los tiempos correspondientes a ese elemento sumando todos los tiempos básicos calculados y dividiendo el total por el número de veces que se había registrado el elemento. Pero antes se acostumbra hacer la lista de todos esos tiempos básicos, para poder ver los que se apartan exageradamente de la gama normal, por exceso o por defecto.
Son «cifras aberrantes», cuyo origen debe estudiarse bien, para lo cual se las señala con un círculo alrededor. Un tiempo excepcionalmente largo puede deberse a un error de crono- metraje. Si se había utilizado el método acumulativo, se notará en seguida que es un error porque el tiempo del elemento siguiente será anormalmente breve. O bien puede tratarse de un error de cálculo, pero aparte los errores, la causa más corriente de tales anomalías es que cambió en algo el material que se trabajaba o cualquier otro aspecto del método seguido y aumentó por eso el contenido de trabajo precisamente cuando se hacía el cronometraje. De ser así, hay que deter- minar la causa y examinar la probabilidad de que se repita el hecho con frecuencia o sólo muy de vez en cuando. En este último caso es costumbre excluir el tiempo básico aberrante del total que se utilizará para sacar el promedio, y después, cuando ya se ha calculado el tiempo medio, se traslada a las contingencias la diferencia entre el promedio y el tiempo anormal marcado (o las diferencias, si hay varias aberraciones) y se la suma a cualquier otro tiempo excepcional que se haya observado y registrado durante el estudio.
En esta forma se cuenta debida- mente el tiempo suplementario, pero señalando que es algo excepcional. Si, por el contrario, no son raras las pequeñas variaciones de contenido del trabajo, será preferible no omitir ningún valor en el cálculo del promedio. Esas variaciones, cuando son frecuentes, deben considerarse como señales de alerta. Si son inevi- tables, por lo menos indican que será preciso acumular muchas observaciones del elemento estudiado para que el promedio de los tiempos básicos al que se llegue sea suficientemente representativo. Pero muy a menudo indican que se debe estu- diar mejor la operación, a fin de descubrirles la causa y, de ser posible, eliminarla.
Existen varios métodos para examinar y seleccionar el tiempo básico repre- sentativo de un elemento constante. Tal vez el más común, y a menudo el que más ventajas tiene, consiste en sacar el promedio de los tiempos correspondientes a ese elemento sumando todos los tiempos básicos calculados y dividiendo el total por el número de veces que se había registrado el elemento. Pero antes se acostumbra hacer la lista de todos esos tiempos básicos, para poder ver los que se apartan exageradamente de la gama normal, por exceso o por defecto.
Son «cifras aberrantes», cuyo origen debe estudiarse bien, para lo cual se las señala con un círculo alrededor. Un tiempo excepcionalmente largo puede deberse a un error de crono- metraje. Si se había utilizado el método acumulativo, se notará en seguida que es un error porque el tiempo del elemento siguiente será anormalmente breve. O bien puede tratarse de un error de cálculo, pero aparte los errores, la causa más corriente de tales anomalías es que cambió en algo el material que se trabajaba o cualquier otro aspecto del método seguido y aumentó por eso el contenido de trabajo precisamente cuando se hacía el cronometraje. De ser así, hay que deter- minar la causa y examinar la probabilidad de que se repita el hecho con frecuencia o sólo muy de vez en cuando. En este último caso es costumbre excluir el tiempo básico aberrante del total que se utilizará para sacar el promedio, y después, cuando ya se ha calculado el tiempo medio, se traslada a las contingencias la diferencia entre el promedio y el tiempo anormal marcado (o las diferencias, si hay varias aberraciones) y se la suma a cualquier otro tiempo excepcional que se haya observado y registrado durante el estudio.
En esta forma se cuenta debida- mente el tiempo suplementario, pero señalando que es algo excepcional. Si, por el contrario, no son raras las pequeñas variaciones de contenido del trabajo, será preferible no omitir ningún valor en el cálculo del promedio. Esas variaciones, cuando son frecuentes, deben considerarse como señales de alerta. Si son inevi- tables, por lo menos indican que será preciso acumular muchas observaciones del elemento estudiado para que el promedio de los tiempos básicos al que se llegue sea suficientemente representativo. Pero muy a menudo indican que se debe estu- diar mejor la operación, a fin de descubrirles la causa y, de ser posible, eliminarla.
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