estudio del trabajo tenga desde el principio una idea clara de lo que quiere lograr
y por que lo quiere. Debería evitar ambigüedades al clasificar las actividades. Por
ejemplo, si el motor de una carretilla de horquilla está funcionando mientras que
se espera que la carguen o descarguen, el especialista debe decidir de antemano
si la carretilla debe considerarse en marcha o parada. También debe de todas
maneras hablar con las personas que desea observar, explicándoles el objeto del
estudio e indicándoles que deben llevar a cabo su trabajo al ritmo normal; además,
debe esforzarse por conquistar su confianza y colaboración.
La observación propiamente dicha de las sucesivas máquinas deberá efec-
tuarse siempre al pasar por la que se observa. En otros términos, el especialista
que observa la máquina A no debería anotar lo que está sucediendo a la máquina
B, porque falsearía el estudio. En un taller de tejido, por ejemplo, quizá vea que
el telar situado inmediatamente después del que está estudiando se ha parado. Sin
embargo, es posible que, al llegar allí, el encargado del telar ya lo haya puesto
nuevamente en marcha. Por lo tanto, si el analista lo hubiese anotado entre las
máquinas inactivas, habría dado una visión errónea de la realidad.
La anotación en sí, como puede verse en las figuras, es una simple raya que
se hace en la hoja de registro, en el espacio que corresponda, a la hora predeter-
minada adecuada. No se utilizan cronómetros.
El cálculo de los resultados puede efectuarse rápidamente en la misma hoja
de registro. Gracias a este método se puede calcular el porcentaje de tiempo
productivo en relación con el de espera, analizar los motivos del tiempo
improductivo y determinar el porcentaje de tiempo dedicado por un trabajador,
grupo de trabajadores o máquina a determinado elemento de trabajo. Todos estos
datos son de por sí una información útil que puede obtenerse de forma sencilla y
relativamente rápida.
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