jueves, 7 de marzo de 2013

El estudio de tiempos y los trabajadores - IV

Es igualmente importante que el especialista este de pie mientras realiza el estudio. Entre los obreros hay tendencia a pensar que todo el trabajo les toca a ellos, mientras que el analista es un mero espectador. Acentuará esa impresión si se instala cómodamente: pronto le perderían el respeto, que es la mayor ventaja con que cuenta. Por consiguiente, no deberá sentarse ni recostarse, sino colocarse de pie en una postura cómoda en que pueda quedarse mucho tiempo si fuera necesario. El estudio de tiempos exige intensa concentración y constante atención, particularmente para tomar el tiempo de «elementos» o «ciclos» muy breves, y está generalmente reconocido que de pie es más fácil mantenerlas.
La mayoría de los operarios pronto se habituarán a trabajar a su ritmo normal, pero los de tipo nervioso, especialmente las mujeres, tienden a trabajar más de prisa de lo que acostumbran, con los errores y tropiezos consiguientes. Cuando así sea, el analista detendrá su estudio, charlará con el operario para quitarle la nerviosidad, o incluso lo dejará solo un rato hasta que se le pase. 
En las tareas repetitivas se nota más fácilmente qué operarios trabajan a un ritmo que no es el suyo, porque no pueden regular tan uniformemente la duración de los ciclos como lo hacen sin querer cuando siguen su cadencia natural, una vez bien iniciada la operación. Si hay grandes variaciones en los tiempos de los ciclos, y si no se deben a variaciones del material, herramientas o maquinaria (que el especialista debería entonces notificar a la persona competente), sólo pueden deberse al desempeño de los operarios. Cuando esto ocurra, el analista deberá interrumpir el estudio y hablar con el capataz. 
Tal vez sea más diplomático no quejarse del operario que trató de «tomarle el pelo» y pedir al capataz que venga a ver el trabajo porque aparentemente no marcha como debiera. Este es el tipo de situación que debe resolverse caso por caso, tratando de no suscitar antipatías sin necesidad; por eso son esenciales las cualidades personales del especialista que se enumeraron en el capítulo 4.

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